Tras cuatro años en Pittsburgh regresa al Athletic Club ¡Amaia Peña vuelve a casa!
Vuelve a casa con su familia y al que siempre ha sido y será su club, el Athletic Club. Amaia se formó en el Pauldarrak, un equipo de Bizkaia, pero decidió no dejar escapar la oportunidad de jugar en Estados Unidos. La portera de Getxo ha crecido como jugadora y vuelve pisando fuerte ¡Descubre cómo ha sido su experiencia en USA!
¿Dónde jugabas justo antes de ir a Pittsburgh?
Antes de irme a Estados Unidos jugué dos años en el filial del Athletic y siempre he mantenido una muy buena relación con ellos. Es un sitio muy pequeño, nos conocemos todos y es un entorno muy familiar. Gracias a eso cuando tenía vacaciones en la liga americana, tanto en Diciembre como en verano, volvía a España y entrenaba con ellos. Estaban muy pendientes de cómo me iba la temporada y de cuando me iba a graduar. El último año cuando acabó la temporada en Diciembre les comenté que me graduaba y que mi intención era volver a España. Ni se lo pensaron el club, me lo pusieron muy fácil, me ayudo a volver a casa.
¿Qué sentiste al volver a tu estadio, en el momento de firmar con tu club?
Estaba emocionada, muy contenta. Vine con todo acordado desde Estados Unidos y se lo tengo que agradecer mucho a mis padres. Gracias a ellos he podido salir fuera, hacer lo que he querido, cuando he querido y volver a donde quiero. No se puede pedir más.
Con la trayectoria que tenías ¿Fue muy difícil tomar la decisión de ir a Estados Unidos?
Sí, la verdad que sí, no tenía en mente salir del Athletic. Justo el año antes de irme yo estaba jugando el Europeo sub 17 en Islandia, ganamos por cierto, así que imagínate. Sin embargo, me contactaron ofreciéndome esta oportunidad de estudiar en USA y decidí hablar con mis padres. A mí me encanta estudiar, soy un poco “friki” de los estudios y quería tener una buena formación. Aquí en España me estaba costando compaginar el bachillerato con el fútbol. Tenía dificultades en los centros, no están preparados para apoyar a deportistas de alto rendimiento. Entre el club y la selección faltaba de normal una semana al mes a clase. Aprender sola es imposible, tenía claro que así no iba sacarme una carrera, me iba a frustrar. Por eso esta oportunidad cogió sentido.
Me costó muchísimo. Cuando hable con mi club y les dije que quería irme les demostré que era una decisión 100% académica. Yo estaba muy contenta con el club, era y es mi sueño pero tenía que hacerlo.
¿Por qué te consideras Friki de estudiar? ¿Qué es lo que querías estudiar?
De todo, mi gran problema para elegir que hacer es que me gusta todo. Hice el bachiller biosanitario y quería hacer cirugía. Cuando llegué allí, vi que el MED school era muy complicado. Tenía un buen nivel de inglés como para entender, pero no como para hacer medicina. Cogí alguna clase de Business y me gustaron. Pero hasta el “Sophomore year” no escogí la carrera que quería hacer.
¿Cómo que escogiste la carrera el segundo año, en el “sophomore year”?
Allí están muy bien preparados y entienden que con 19 años no tengas muy claro que quieras hacer en tu futuro. Entonces como “freshman” puedes coger clases genéricas para ver que te gusta más y elegir que te viene mejor. Hay clases que se adaptan muy bien a los estudiantes internacionales y te lo ponen muy fácil. En el segundo año te obligan a elegir, yo me decidí por Marketing and Supply Chain.
Hasta ese momento estaba muy perdida, mi advisor se tiraba de los pelos. Llegué a tener un 3.7 de GPA y él me decía que le estaba desesperando porque tenía que hacer las aplicaciones ya. Yo iba a todas las charlas que daban para informarme de cómo iban a ser las clases. Tenía miles de reuniones con el departamento de recursos humanos y mi advisor para orientarme. Además, yo quería ver cómo eran las clases, así que me colé en una de Business y me gustó. Por eso me decidí.
¿Por qué te decidiste por Pittsburgh?
No tenía ningún conocimiento previo de nada, no sabía nada de las conferencias, no conocía a ninguno de los tres mil equipos que hay, era como si me hablarán en chino. No entendía nada. Por lo que, con la ayuda de AGM y con lo que os dije que quería, Pittsburgh era la que más coincidía con mis peticiones. Tenía un buen programa de business, que a pesar de que estaba algo perdida sobre que estudiar, sabía que iba a ir por ahí mi futuro. Además, una curiosidad que me llamó la atención, Pitt es universidad hermanada con la ciudad de Bilbao.
¿Qué valor le diste al tema deportivo en la elección?
Yo primé el estudio por delante de todo. Sí que es verdad que es un equipo de NCAA, pero en ese momento no tenía mucho nivel. El entrenador no tenía muy buen palmares pero su idea era renovar el equipo. La liga era de un nivel competitivo y siendo egoísta, como portera, cuanto más trabajo tuviera más me iba a favorecer.
¿Cómo fue la llegada? ¿Te adaptaste bien?
Nunca había vivido fuera aunque sí que viajaba mucho por la selección. Fue como un pequeño tortazo, adaptarse al estilo de entrenamientos de allí, cambiar los horarios y entender a la gente. Todos hablan inglés, pero es como aquí en España cada uno con un acento.
Sin embargo, en lo académico estaba muy bien integrada. Me apoyaron mucho, me sentía muy arropada por los profesores y por todos mis compañeros. Lo disfruté un montón. Me cambiaban los exámenes y me pasaban los trabajos, era todo muy cómodo.
En lo deportivo, como te dije era un equipo muy joven, era un proyecto nuevo por lo que era algo raro. Pero en el segundo año ya éramos un equipo más maduro. En el tercer año con el cambio del entrenador fue una locura para mejor.
¿Te fue fácil siendo una jugadora TOP antes de irte?
En mi caso yo tuve un cambio de entrenador que hicieron que las cosas fueran mejor, pero puede haber mil cosas que pueden hacer que no vaya bien. Tanto en Estados Unidos como en España puede tengas un entrenador al que no le gusta tu juego o que no os llevéis bien. Es parte de la experiencia, hay que vivirlo y superarlo. El equipo puede ser un gran apoyo, te entienden.
No es todo y solo fútbol, hay muchas cosas más. Estaba en una ciudad chulísima, con miles de planes los fines de semana y en clase me iba súper bien eso hizo que todo fuera más fácil.
¿Cómo viste el cambio de nivel del fútbol femenino?
Hay una gran diferencia, las jugadoras que van a Estados Unidos no es porque no tengan oportunidades en sus países, sino porque buscan una progresión de futuro. Había partidos que jugaba contra chicas que iban a jugar el mundial a nivel absoluto, era el nivel más alto, de esa edad las mejores del mundo estaban allí.
¿Cómo te acostumbraste al formato de la competición?
El primer año es muy raro. A mí me pillo acabando el europeo de Eslovaquia y me incorporé al equipo tarde, justo para llegar y empezar los partidos. Cuando me explicaron que íbamos a jugar un jueves y el domingo también yo veía que mi cuerpo no iba a aguantar. Pero claro en Noviembre acabas. Es un año que recomiendo hacer con paciencia, tienes que acostumbrarte a volar hasta dos veces por semana, al ritmo de juego y a los entrenamientos. Si vas con la mentalidad de adaptarte lo antes posible, más ganarás.
Y en tus cuatro años has vivido años buenos y otros no tantos ¿Por qué?
La principal razón de los malos fue el entrenador de los dos primeros años. Yo no me pronunciaba mucho de las cosas que hacía, me centraba y seguía a tope con mi trabajo. Al final llegaron las malas prácticas que hacía a quien debían de llegar de la universidad y lo echaron. Pero que no se asuste nadie, es algo que pasa y es inevitable, puede pasar en cualquier lado.
En la segunda etapa con el nuevo entrenador empecé con muchas ganas, me puse un objetivo y me puede costar más o menos pero lo doy todo por conseguirlo. Además, sabíamos que entrenador iban a traer, Randy Waldrum. Fue una pasada tiene un curriculum increíble, del último mundial de las 23 jugadoras de la selección de Estados Unidos, él había entrenado a 20. Antes de saber quién venía había pedido un transfer pero al enterarme de que era Randy decidí quedarme.
¿Cómo crecisteis esos dos años en la conferencia?
Muchísimo, sobre todo por la figura de Randy. De normal muchas jugadoras locales muy buenas que eran de Pitt se iban y jugaban contra nosotras. Desde su llegada todo el mundo quería volver, la gente se mataba por venir a los “tryouts” a los “welcomes”, hasta el punto que decidió no hacer más porque era una locura. Hizo muchos fichajes y muy buenos, claves para el equipo.
Empezamos la temporada y se notó. Jugamos contra West Virginia y no nos hicieron daño, nos ganaron 2-1 pero plantando cara. En el último año volvió a fichar muy bien, ganamos a la número 20 del país y las cosas empezaban a salir. Tiene mucho futuro ese equipo.
Devuelta en España ¿Cómo has visto que haya cambiado la liga femenina aquí?
¡Brutal! Se nota mucho. Todos los equipos se han profesionalizado más, hacen como los equipos masculinos. Antes de irme se entrenaba por la tarde solo porque muchas de mis compañeras trabajaban o estudiaban. Ahora lo hacemos por la mañana, estamos a jornada completa con el fútbol. Respecto al nivel de los equipos, han entrado muchas internacionales y eso ha hecho que aumente más el nivel. Por otro lado, han entrado diversos mundos en el sector del fútbol femenino que han hecho que crezca. En tan solo cuatro años ha cambiado mucho.
Después de vivir estos cuatro años ¿Cómo resumirías esta experiencia?
Cada vez está más caro quedarse aquí, hay más internacionales en la liga española. Hay un falso concepto acerca de ir a Estados Unidos, yo no lo veo como una pérdida de tiempo, al revés. Yo he vuelto como una mejor jugadora y más desarrollada como persona. Tengo las ideas más claras que cuando me fui. Es un entrenamiento de cuatro años que viene muy bien y te hace despertar. No es para nada un paso atrás.
Dejando de lado lo deportivo quieres conocer más sobre era Amaia fuera del campo, que hacía los fines de semana ¿Se hizo fan de los Steeler? No te pierdas su entrevista entera en YouTube.
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